23 ago 2021

CAMINOS HACIA DIOS: LOS CREYENTES

Cada semana recibimos de la Hna. Rosario desde Colonia, Alemania, la hoja parroquial de la comunidad católica de habla hispana. Esta semana un artículo nos ha llamado la atención y por su interés os lo transcribimos…


“Cada creyente se parece mucho al Dios al cual le ‘reza’.
De hecho, a dios-juez, creyente-juez. A dios-castigador, creyente castigador. A dios-permisivo, creyente laxo. A dios-Ley, creyente legislador. A dios-mágico, creyente iluso. A dios templo, creyente de sacristía. A dios-sacerdote, creyente clericalista. A dios-sacrificio, creyente negociante. A dios obsesivo sexual, creyente reprimido. A dios-culposo, creyente culpable. A dios-triste, creyente de cara larga.
¡Qué panteón, Dios mío! Pero qué distinto es un creyente alegre, fecundo, audaz, servidor, orante, amigos de los pobres y humildes, libre de estructuras asfixiantes y cuestionador de la sociedad en favor del bien común. Qué lindo es conocer a un creyente amante de conocer más a su Dios, que no condena los errores ajenos porque reconoce su propia debilidad, que no juzga como dueño de la verdad sino que se declara buscador de ella como todos, capaz de sufrir con el que sufre y gozar desinteresadamente con quien goza, comprometido a amar a todos sin distinción, dispuesto a entregar vida por lo que cree y experimenta en el corazón propio y de su comunidad. ¿Te suena en qué Dios cree alguien así? Sí, el Dios de Jesús.

Emmanuel Sicre, sj

17 ago 2021

PROYECTO PARA HAWASSA

 

Nos llega una petición de ayuda del P. Juan Núñez misionero comboniano de la diócesis que se encuentra en Etiopía, nos hacemos eco de sus palabras a través de la última carta recibida.

Queridos amigos/as:
Os escribo a los que sé que seguís de cerca mis pasos y las vicisitudes por las que he pasado este último año con este cargo de Administrador Apostólico de Hawassa, que me viene grande. Para animarme a aceptar, el Nuncio me dijo que se trataba solo de unos “mesecitos”, que se pasaban volando. Ya está a punto de cumplirse el año y los potentes detectores de obispos no han detectado todavía ninguno que se asome por el horizonte.
Con todo, pronto o tarde, llegará. Según mis cálculos personales, no debía acabar el año de gracia 2021 sin que haya llegado. Quería, antes de abandonar Hawassa, dejar un pequeño recuerdo para esta diócesis de parte mía y de mis amistades. No he pensado en grandes proyectos, sino en un pequeño e idílico lugar que siempre he visitado con cariño. Es el llamado “eremitorio de Getsemaní”, un centro de retiros y encuentros de todo tipo, que un comboniano que ya murió, el P. Adelmo Spagnolo, abrió hace unos años en un lugar agreste junto al lago Hawassa.
Aprovechando las grutas naturales y las rocas y que se asoman al agua, hizo unas habitaciones de piedra para sí mismo y para los ejercitantes. Solo una pequeña capilla y dos cabañas de paja están construidas en un lugar más llano. Mientras él vivió, los encuentros y retiros eran casi permanentes, con gente que venía incluso de Adís Abeba. Desde hace unos tres años, el lugar quedó medio abandonado. Este año pasado, el agua del lago subió un metro más de lo habitual y dañó los fundamentos de las casitas, que ahora estamos restaurando. Yo recomencé a tener los retiros mensuales para los religiosos/as, que concluimos siempre con una comida fraterna con lo que ellos mismos traen.
Mi deseo y plan es renovar el centro y hacerlo de nuevo atractivo sin que pierda el carácter rústico que el P. Adelmo le dio. Para esta obra pido vuestra colaboración. Como no preveo que los gastos sean excesivamente grandes, la colaboración que pido es a medida de vuestras posibilidades sin tener que fijaros días de ayuno. Si algo sobra, pobres hay que vienen cada día a la puerta del Vicariato.

Los donativos se pueden depositar en la cuenta de los los combonianos en Madrid: 
Misineros Combonianos del Corazón De Jesús, 
c/ Arturo Soria, 101 28043 Madrid Tel 91 415 24 12
IBAN: ES61-0030-1459-0900-0005-6271

c/Arturo Soria 99, 28043 Madrid
especificando que es “para el P. Juan G. Núñez proyecto Getsemaní”

o, mejor todavía, directamente en nuestra cuenta del Vicariato:
DASHEN BANK, Hawassa Branch, Catholic Church of Hawassa
P.O.BOX 12, HAWASSA, Ethiopia.
Número: 5016018506019, SWIFT CODE: DASHETAA

DECIR "CREO"

Decir «creo» es decir arriesgo, confío, elijo, busco. Es decir, también, dudo, y espero, y salto al vacío. Es decir que mucho de lo que veo alrededor cobra más sentido si acepto que hay Dios. Decir creo es decir acojo, recibo y acepto. Y callar a menudo por todo lo que no comprendo.
Es aceptar que el Universo, el tiempo, el espacio, en su finitud, me invita a pensar en lo Infinito que lo envuelve, y que es Dios. Es vislumbrar que ese Dios no es infinita distancia, sino radical cercanía, que es presencia, y es amor, y es principio y fin.
Pero decir «creo» no es solo creer en Dios, sino también en el ser humano. Creer en nuestra capacidad de crear, de avanzar, de amar, de encontrarnos, de ser genios, de ser frágiles y poderosos. Es apostar por la capacidad última para plantar cara al mal con destellos de un bien profundo (en el que también creo). Decir «creo» es elegir el arduo camino de intentar comprender – aunque nunca lleguemos demasiado lejos en esa búsqueda–. Y es no conformarme con afirmaciones sin alma, con concreciones gastadas o con miradas a la realidad que convierten la fe en una chata ideología para destrozarse. Decir «creo» es decir amo, y sueño, y sufro, y me comprometo con aquello en lo que creo – porque si no, ¿qué fe sería esa?
Decir «creo» es decir que no soy el centro del mundo, ni siquiera de mi mundo.
José María Rodríguez Olaizola, sj.

“Solemnidad de la Asunción de la Virgen María”

La asunción en cielo, en alma y en cuerpo es un privilegio divino dado a la Santa Madre de Dios por su particular unión con Jesús. Se trata de una unión corporal y espiritual, iniciada desde la Anunciación y madurada en toda la vida de María a través de su participación singular en el misterio del Hijo. María siempre iba con el Hijo: iba detrás de Jesús y por eso nosotros decimos que fue la primera discípula.
La existencia de la Virgen se desarrolló como la de una mujer común de su tiempo: rezaba, gestionaba la familia y la casa, frecuentaba la sinagoga… pero cada acción diaria la hacía siempre en unión total con Jesús. Y sobre el Calvario esta unión alcanzó la cumbre en el amor, en la compasión y en el sufrimiento del corazón. Por eso Dios le donó una participación plena en la resurrección de Jesús. El cuerpo de la Santa Madre fue preservado de la corrupción, como el del hijo.
La realidad estupenda de la Asunción de María manifiesta y confirma la unidad de la persona humana y nos recuerda que estamos llamados a servir y glorificar a Dios con todo nuestro ser, alma y cuerpo. Servir a Dios solamente con el cuerpo sería una acción de esclavos; servirlo solo con el alma estaría en contraste con nuestra naturaleza humana. Un gran padre de la Iglesia, hacia el año 220, san Ireneo, afirma que «la gloria de Dios es el hombre vivo, y la vida del hombre consiste en la visión de Dios» (Contra las herejías, iv, 20, 7). Si hubiéramos vivido así, en el alegre servicio a Dios, que se expresa también en un generoso servicio a los hermanos, nuestro destino, en el día de la resurrección, será similar al de nuestra Madre celestial. Recemos a María para que, con su intercesión maternal, nos ayude a vivir nuestro día a día con la esperanza de poder alcanzarla algún día, con todos los santos y nuestros seres queridos, todos en el paraíso.

Papa Francisco, 15/08/2018
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