15 oct 2017

Luz Casal, pregonera del DOMUND 2017

OMPRESS - SANTIAGO DE COMPOSTELA
La cantante Luz Casal ha sido la pregonera del DOMUND 2017. El acto tuvo lugar el pasado miércoles en la catedral de Santiago de Compostela, con la presencia del arzobispo Mons. Julián Barrio. Con un pregón escrito como si de una canción se tratara, la cantante destacó el trabajo de los misioneros, quienes, más allá de su propio interés, van a los lugares más difíciles. Allí, con pequeños gestos, llenan el mundo de belleza. Luz Casal reiteró la necesidad de volver a retomar los conceptos cristianos de caridad y misericordia.
En su intervención Luz Casal recordó cómo de niña le hablaron del Domund en el colegio. Las hermanas Doroteas pusieron un documental, y les explicaron el significado de la caridad y la misericordia: “Esa lección fomentó en aquel grupo de niñas nuestra futura disposición a echar una mano al necesitado”.
Luz Casal explicó cómo en la actualidad esos conceptos que le enseñaron de niña han perdido su significado, y los hombres y mujeres vivimos anestesiados ante el dolor del hombre. La cantante gallega hizo un llamamiento a dedicar a los necesitados “unos minutos, como esos que algunos dedicamos a nuestros abdominales y glúteos; u ofrecer un donativo que no supondrá un gasto mayor que el de comprar un botecito de crema antiarrugas o una hidratante de manos”.
Dedicó una parte del pregón a valorar el trabajo de los misioneros, que muestran que su entrega va más allá de la solidaridad. “Sin patrias ni banderas, abandonan su proyecto de vida propia, su propio interés. Héroes anónimos, que en sus viajes al infierno acaban por alcanzar el cielo al juntar con ternura sus manos a otras manos”. Es el ejemplo de los 13.000 misioneros españoles, que cruzan el planeta para llevar esperanza y dignidad donde no las hay. “En estos casi cien años de celebración del Domund la labor de los misioneros está rodeada de silencio, y aún así no falta la alegría en su misión”, señaló.
La cantante gallega habló además de que hay que volver a recordar la historia de nuestro país que abrió las puertas a la evangelización, y a no dar la espalda al trabajo espiritual. “Tenemos confianza en la ciencia, en la razón, en la cultura, en el poder que da el progreso desde el siglo XVIII, pero esto no debiera impedirnos creer en la misericordia que llega a través de la fe”. Y recordó a todas las personas e instituciones que ha conocido en su trayectoria profesional, a todos aquellos que intentan frenar el mal del mundo, entre ellas, las Obras Misionales Pontificias. “Para que triunfe el mal, lo único necesario es que las personas buenas no hagan nada por evitarlo”, y dijo que ante los problemas, o se espera a que alguien los solucione, o se pone uno en marcha para solucionarlos. “Esta última opción es la que habéis elegido los misioneros, religiosos y seglares”.
Por último, Luz Casal afirmó que, al colaborar con las buenas causas, uno se siente bien. “Por eso yo creo que la colaboración solidaria debería estar siempre de moda".
El estribillo que repitió durante el pregón fue: “La belleza que provocan los pequeños gestos humanitarios regenera el mundo, y el amor lo salva”. Y la coda con la que terminó: “Gracias a todos los misioneros presentes por enseñarnos con sus obras que el más insignificante acto de amor puede abrazar a la humanidad herida”.
Texto íntegro del Pregón: https://www.omp.es/pregon-del-domund-2017/

5 oct 2017

La misión en el corazón de la fe cristiana. Mons Juan Antonio Menéndez

El Santo Padre nos ha propuesto como lema para la celebración de la Jornada anual de las Misiones: “La misión en el corazón de la fe cristiana”. Quiere que caigamos en la cuenta de que la fe nos mueve siempre a un compromiso misionero. Nadie guarda para sí una buena noticia sino que la proclama por los altavoces más potentes. Quienes hemos descubierto que Cristo vive porque ha resucitado de entre los muertos y nos acompaña en nuestro caminar para llevarnos, con la ayuda de la gracia, por el camino que conduce a la gloria de Dios nuestro Padre, sentimos el deber de comunicar a los demás esta buena noticia para que también ellos puedan gozar de la esperanza.
El corazón de la fe cristiana es el amor: Santiago escribe en su carta: “¿De qué le sirve a uno, hermanos míos, decir que tiene fe, si no tiene obras? ¿Podrá acaso salvarlo esa fe? Si un hermano o una hermana andan desnudos y faltos del alimento diario y uno de vosotros les dice: “Id en paz, abrigaos y saciaos” pero no les da lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? Así es también la fe: si no tiene obras, está muerta por dentro” (Sant 2, 14-18).
Los misioneros y misioneras esparcidos por todo el mundo llevan a todos los rincones de la tierra el amor misericordioso de Dios. A través de sus obras apostólicas, caritativas y misioneras el Señor se hace presente en la vida de muchos hombres y mujeres y experimentan en su interior la fuerza del amor divino que los reconcilia con Él, con los demás y consigo mismos. No hay oficio más hermoso en este mundo que el de ser portador de amor al prójimo. Por eso el trabajo de los misioneros es reconocido por todos, incluso por aquellos que están alejados de la fe y de la Iglesia. Si esto es así debemos preguntarnos ¿por qué en estos momentos tenemos tan pocas vocaciones misioneras? ¿Por qué los jóvenes cristianos no se sienten llamados a entregar la fe a los que no la conocen como lo hicieron en otras épocas de la historia?
La razón última que puede explicar esta situación es la falta de fe. En occidente se ha debilitado la fe cristiana hasta tal punto que no tiene el vigor ni la fuerza que tuvo en otras épocas de la historia, incluso reciente. Por eso, la Jornada mundial de las Misiones nos invita a interrogarnos por la fortaleza de nuestra fe. La sociedad del consumo, del individualismo a ultranza, del bienestar sólo material provoca en nosotros un sopor misionero. En el mensaje, el Santo Padre insiste, una vez más, en la necesidad de despertar de nuestro letargo espiritual y fortalecer la fe para que se fortalezcan y abunden las vocaciones misioneras. Es una llamada que dirige de modo particular a los jóvenes: “Los jóvenes son la esperanza de la misión. La persona de Jesús y la Buena Nueva proclamada por él siguen fascinando a muchos jóvenes. Ellos buscan caminos en los que poner en práctica el valor y los impulsos del corazón al servicio de la humanidad. «Son muchos los jóvenes que se solidarizan ante los males del mundo y se embarcan en diversas formas de militancia y voluntariado [...]. ¡Qué bueno es que los jóvenes sean “callejeros de la fe”, felices de llevar a Jesucristo a cada esquina, a cada plaza, a cada rincón de la tierra!”.
¡Cuánto desearía que animados por nuestra Delegación de Misiones se creara en la Diócesis un espacio para la Juventud misionera! Hoy el joven tiene una mentalidad más abierta respecto al mundo y no le importa salir de su familia y su entorno para ir a otro lugar a trabajar o fundar una familia. ¿Por qué no a los países de misión donde pueden hacer tanto bien? También aquí tenemos que comenzar la misión ad gentes con aquellos que no conocen a Cristo y que se han establecido entre nosotros. El mejor bien que podemos ofrecerles es nuestra fe y nuestro corazón.
Renovemos en esta Jornada Mundial de las Misiones (DOMUND) nuestra fe en el Señor y nuestro compromiso por el anuncio del el evangelio. Renovemos nuestra confianza en la fuerza transformadora del evangelio porque, como nos recuerda el Papa, “La misión de la Iglesia, destinada a todas las personas de buena voluntad, está fundada sobre la fuerza transformadora del Evangelio. El Evangelio es la Buena Nueva que trae consigo una alegría contagiosa, porque contiene y ofrece una vida nueva: la de Cristo resucitado, el cual, comunicando su Espíritu dador de vida, se convierte en Camino, Verdad y Vida por nosotros.
Colaboremos generosamente con esta Jornada Misionera, no sólo compartiendo nuestros bienes sino ofreciendo también nuestra fe a quien no la tiene.
Con mi afecto y bendición.


† Juan Antonio, obispo de Astorga 

Mons. Julián López Barrios: DOMUND, el reto de vivir la fe sin complejos

OMPRESS-LEÓN (3-10-17) El obispo de León, Mons. Julián López Barrios, escribe a sus fieles diocesanos con motivo de la jornada del DOMUND, que se celebrará el próximo 22 de octubre bajo el lema “Sé Valiente, la Misión te espera”.
“De nuevo, apenas comenzado un nuevo curso pastoral, en el penúltimo domingo de octubre, nos encontramos ante la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND con su llamada e invitación a recordar y actualizar el compromiso de anunciar el Evangelio que nos atañe a todos los cristianos. Su objetivo es claro: dar a conocer la actividad misionera de la Iglesia y la participación que nos incumbe a cada uno en la misión confiada por el Señor antes de subir a los cielos: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio…’. Este mandato comprende tanto el anuncio o predicación específica de la persona de Jesucristo y de su mensaje universal de salvación como las acciones que lleve consigo su realización, es decir, la evangelización propiamente dicha, sin olvidar lo que pueda ser liberación y promoción humana, realizadas en función del mandato misionero. No obstante, cuando se habla del DOMUND, el acento está puesto en el primer aspecto como parte substantiva de lo que hemos de entender como ministerio o servicio de la palabra de Dios y del Evangelio para suscitar y alimentar la fe.
La Jornada de este año, con su lema alusivo a la valentía para afrontar la tarea misional que no puede demorarse y menos aún ser descuidada u olvidada, entraña un cierto reto o desafío para los cristianos de hoy, sujetos como la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo a la tentación de la pseudocultura de lo intrascendente y de la frivolidad, dando culto a lo material sin importar demasiado los valores del espíritu, salvo cuando se producen acontecimientos o desgracias que sacuden las conciencias o están en juego determinados valores que cotizan en el mundo de la política, por ejemplo. Frente a esa atonía contemporizadora y evasiva, la valentía significa para el cristiano sentido de la responsabilidad, compromiso con la fe y audacia para ir contracorriente, si es preciso, superando la tentación de la comodidad y de la indiferencia.
La valentía para vivir la fe sin complejos y con alegría, comportándose siempre como creyentes, es un auténtico reto para los cristianos de hoy, propensos a mirar para otro lado, a callar siempre y no por respeto o elegancia sino para no destacar ni llamar la atención. Porque una cosa es la prudencia y la consideración hacia los demás y otra muy distinta la cobardía y el disimulo, sobre todo cuando se ha de dar testimonio. Nuestro Señor, los apóstoles después de Pentecostés y los primeros cristianos, son modelos de esa valentía (parresía en el griego del Nuevo Testamento) tan necesaria en nuestros días. Hablar y actuar con ese valor ha suscitado siempre admiración, simpatía y confianza, acreditando a quien así se comporta. Hoy tenemos un gran referente de estos valores en la persona y actitud del papa Francisco, admirado en todas partes y no solo por los católicos.
En nuestra diócesis estamos comenzando todavía el anunciado ‘Año pastoral diocesano vocacional’. No me atrevo a asegurarlo, pero creo que la escasez de vocaciones al ministerio sacerdotal y diaconado, a la vida consagrada y a la militancia seglar, tiene una importante causa en nuestra falta de valentía. La misión de anunciar el Evangelio como de hacer apostolado y de dar testimonio requiere una buena dosis de confianza en el Señor y de obediencia a su palabra. El evangelizador, en todas las épocas de la historia de la Iglesia, ha tenido que hacer siempre como el apóstol Pedro: soltar amarras, bogar mar adentro y echar la red confiando no en sí mismo sino en la palabra de Jesucristo”.

2 oct 2017

P. Miguel Fuertes... ¿Quienes son los valientes?

A lo largo de la historia ha cambiado lo que se entiende por “valentía”, llegando en algún momento a ser sinónimo de matar: el más valiente era el que más enemigos asesinaba en la guerra. Hoy día, a Dios gracias, hay otros muchos y mejores ejemplos de valentía.
Quienes nos decimos cristianos siempre tendremos que preguntarnos qué nos dice Jesús; en concreto, ¿quiénes son los valientes para Jesús?… Hay muchos estudios bíblicos sobre ello, pero no es el caso ahora. En realidad, creo que podríamos decir que el valiente, para Jesús, es aquel que lo deja todo y lo sigue: aquel que por seguir a Jesús no tiene miedo a ir contra corriente, a confiar en él más que en sí mismo, a poner la otra mejilla por el Reino, a vender lo que tienes y dárselo a los pobres para ser tú mismo y no tus posesiones… Para los cristianos, ser valientes es ponerse en las manos de Dios y decirle: “Aquí estoy, Señor, para que se haga tu voluntad”, sin hacer cálculos humanos de cuánto gano o pierdo.
En este mes de octubre, la Iglesia nos invita a “sé valiente, la misión te espera”. Se trata de la valentía de salir de uno mismo para ser capaces de encontrarse con los demás desde el evangelio, desde Jesús, sin miedo a perder lo que eres, sino más bien a enriquecerte con lo que es el otro, todo otro con el que te encuentras. No importa dónde estás, no necesitas ir lejos de tu casa; seguro que en tu familia hay alguien que necesita y espera encontrarse con el Señor por medio de ti, de tu valentía de ser cristiano. Sé misionero en tu casa, en tu trabajo, con tus amigos, allí donde estés… sencillamente sé cristiano y no tengas miedo.
A algunos, Dios nos ha invitado a ir lejos geográficamente, para vivir el evangelio. Ni más fácil ni más difícil, sencillamente diferente. Personalmente, Dios me regaló la gracia de hacerlo en la Amazonía Peruana, allí donde nace el Río Amazonas, en medio de una naturaleza exuberante, rica y pobre al mismo tiempo; esperanza ilusoria para aventureros, casa de Dios para los nativos del lugar; lugar de extracción y riqueza para las transnacionales, casa común y vida para quienes con respeto toman de ella lo imprescindible para seguir viviendo. La Amazonía, un espacio de contrastes, donde solo los nativos del lugar pueden entender y vivir una relación de respeto mutuo y de posibilidades de vida.
En medio de esta realidad intento compartir la fe y el evangelio, con la valentía de seguir creyendo que merece la pena tener esperanza de que las cosas pueden ser mejores cada día, pues de lo contrario no tendría sentido la muerte de Cristo. Pero también con la valentía de aprender de ellos y con ellos la relación con la naturaleza, con Dios y con las personas, más allá de los intereses personales o grupales, pensando en la casa común que Dios nos regaló y en el bien de la humanidad. Jesús nos ayuda a repensar juntos nuestra vida y nuestra fe para que cada día sea él quien se vaya haciendo más presente.
En este mes de octubre cumplo los 59 años que el Señor me ha regalado, 34 de ellos en la Amazonía Peruana, en el Vicariato Apostólico de Iquitos. No hubiera sido posible sin mi familia de Nistal de la Vega, sin la comunidad cristiana de la Diócesis de Astorga, sin la oración y ayuda de quienes se sienten valientes por ser cristianos en el siglo XXI. No soy yo, es la Iglesia la que me envía y la que evangeliza. Gracias al Señor y a todos Uds.

P. Miguel Fuertes Prieto, Agustino.
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