OMPRESS-LEÓN (3-10-17) El obispo de León, Mons. Julián López Barrios, escribe a sus fieles diocesanos con motivo de la jornada del DOMUND, que se celebrará el próximo 22 de octubre bajo el lema “Sé Valiente, la Misión te espera”.
“De nuevo, apenas comenzado un nuevo curso pastoral, en el penúltimo domingo de octubre, nos encontramos ante la Jornada Mundial de las Misiones, el DOMUND con su llamada e invitación a recordar y actualizar el compromiso de anunciar el Evangelio que nos atañe a todos los cristianos. Su objetivo es claro: dar a conocer la actividad misionera de la Iglesia y la participación que nos incumbe a cada uno en la misión confiada por el Señor antes de subir a los cielos: ‘Id al mundo entero y proclamad el Evangelio…’. Este mandato comprende tanto el anuncio o predicación específica de la persona de Jesucristo y de su mensaje universal de salvación como las acciones que lleve consigo su realización, es decir, la evangelización propiamente dicha, sin olvidar lo que pueda ser liberación y promoción humana, realizadas en función del mandato misionero. No obstante, cuando se habla del DOMUND, el acento está puesto en el primer aspecto como parte substantiva de lo que hemos de entender como ministerio o servicio de la palabra de Dios y del Evangelio para suscitar y alimentar la fe.La Jornada de este año, con su lema alusivo a la valentía para afrontar la tarea misional que no puede demorarse y menos aún ser descuidada u olvidada, entraña un cierto reto o desafío para los cristianos de hoy, sujetos como la mayoría de los hombres y mujeres de nuestro tiempo a la tentación de la pseudocultura de lo intrascendente y de la frivolidad, dando culto a lo material sin importar demasiado los valores del espíritu, salvo cuando se producen acontecimientos o desgracias que sacuden las conciencias o están en juego determinados valores que cotizan en el mundo de la política, por ejemplo. Frente a esa atonía contemporizadora y evasiva, la valentía significa para el cristiano sentido de la responsabilidad, compromiso con la fe y audacia para ir contracorriente, si es preciso, superando la tentación de la comodidad y de la indiferencia.
La valentía para vivir la fe sin complejos y con alegría, comportándose siempre como creyentes, es un auténtico reto para los cristianos de hoy, propensos a mirar para otro lado, a callar siempre y no por respeto o elegancia sino para no destacar ni llamar la atención. Porque una cosa es la prudencia y la consideración hacia los demás y otra muy distinta la cobardía y el disimulo, sobre todo cuando se ha de dar testimonio. Nuestro Señor, los apóstoles después de Pentecostés y los primeros cristianos, son modelos de esa valentía (parresía en el griego del Nuevo Testamento) tan necesaria en nuestros días. Hablar y actuar con ese valor ha suscitado siempre admiración, simpatía y confianza, acreditando a quien así se comporta. Hoy tenemos un gran referente de estos valores en la persona y actitud del papa Francisco, admirado en todas partes y no solo por los católicos.
En nuestra diócesis estamos comenzando todavía el anunciado ‘Año pastoral diocesano vocacional’. No me atrevo a asegurarlo, pero creo que la escasez de vocaciones al ministerio sacerdotal y diaconado, a la vida consagrada y a la militancia seglar, tiene una importante causa en nuestra falta de valentía. La misión de anunciar el Evangelio como de hacer apostolado y de dar testimonio requiere una buena dosis de confianza en el Señor y de obediencia a su palabra. El evangelizador, en todas las épocas de la historia de la Iglesia, ha tenido que hacer siempre como el apóstol Pedro: soltar amarras, bogar mar adentro y echar la red confiando no en sí mismo sino en la palabra de Jesucristo”.
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