Finalmente el Hermano Manuel no pudo con la enfermedad que cruelmente está acabando con un gran número de hombres, mujeres y niños en África.
El dolor y la tristeza que sentimos, probablemente no sea la que sienten sus familiares, amigos y compañeros de la familia de San Juan de Dios, quienes por segunda vez han visto como uno de los suyos perdía su vida al servicio de la fe. Pero, desde la pena, elevamos una plegaria por el hermano Manuel y por todos aquellos que siguen sufriendo por esta terrible enfermedad a la que todavía no han encontrado una cura.