30 ago 2012

Exportadores de Solidaridad en La Crónica de león

Con fecha del 26 de agosto la Crónica de León en su sección del Bierzo publicó el artículo que lleva por título: EXPORTADORES DE SOLIDARIDAD en el que reflejó estadísticas y testimonios de varios misioneros bercianos que realizan su labor repartidos por todo el mundo.



SOCIEDAD / Los datos y los rostros

Exportadores de solidaridad: 61 misioneros bercianos socorren urgencias en cuatro continentes

La valoracíón. Eldelegado diocesano de Misiones destaca el gran compromiso social y sulabor humanitaria y pastoral
D. Martínez / Ponferrada
La solidaridad de la comarca de El Bierzo está repartida por todos los rincones del Mundo. Desde el barrio más concurrido de una gran ciudad como Osaka, en Japón, hasta el más pequeño y necesitado poblado de Senegal.
Los rostros y los nombres deesta solidaridad la ponen, en buena parte de las ocasiones, los misioneros. Y es que 61 misioneros católicos bercianos desarrollan desde hace años importantes labores humanitarias en 40 destacamentos en América, ocho en África, dos en Asia y 11 en distintos países de Europa.
La mayor parte de ellos son mayores de 70 años, aunque hay cuatro que tienen menos de 50 y 27 que se hallan entre los 50 y los 70 años de edad.
Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Guatemala, Honduras, México, Perú, Venezuela, Guinea Ecuatorial, Benin, Ruanda, Senegal, Sierra Leona, Togo, Marruecos, India o Japón, son las naciones con presencia de alguno de los 61 misioneros bercianos de los 458con los que cuenta en total la Diócesis de Astorga.
El sacerdote Julio Falagán es el delegado diocesano de Misiones. Explica que las tareas de los misioneros “dependen mucho del lugar donde están, pero por norma general se encargan de la realidad que van a vivir allí y se ofrecen para colaborar y trabajar en lo urgente”.
El responsable de Misiones destaca que la diferencia que existe entre un misionero y un cooperante o colaboradorde organizaciones está “no tanto en los trabajos realizados sino en el motivo de su presencia allí y en la identidad del misionero, que lo hace desde su fe y desde las convicciones religiosas que tiene, aunque esto no olvida los valores humanitarios ni de amor al otro como hermano”.
En lo referente a los trabajos sociales, los misioneros bercianosrealizan tareas educativas en colegios, internados, orfanatos, universidades civiles y religiosas. También tareas sanitarias como coberturas en puestos de salud, hospitales o dispensarios médicos. De hecho, varias de las misioneras son, además, enfermeras de formación.
Tareas de inserción social como promoción de la mujer, atención a personas en las calles y niños abandonados o comedores sociales son algunos otros de los trabajos diarios.
Además, todos ellos realizan trabajos pastorales y de anuncio del Evangelio en sus lugares de destino.
Según indica Julio Falagán, por norma general, la mayoría de los misioneros toman la opción de seguir de por vida en los lugares de las misiones. Existe el fenómeno de algunos que se van unos años, “se encariñan con la situación y luego se quedan, sobre todo los que van a Asia o África es normal que permanezcan muchos años, pues dedican bastante tiempo, no menos de cinco años, a aprender la lengua y la cultura”.
En la mayor parte de los casos, los misioneros que regresan lo hacen por enfermedad propia o para atender a familiares, sobre todo sus padres.

Los orígenes
Albares de la Ribera, San Pedro de Trones, Carracedo, Castropodame, Corullón, Columbrianos, Ponferrada, Cubillos, Santa Cruz del Sil, Folgoso, Fabero, Magaz de Abajo, San Juan de la Mata, Matachana, Rodanillo, Priaranza, San Clemente, San Román, Santalla, Valtuille, Villamartín, Villar de los Barrios o Villar de Otero son algunos de los pueblos de origen de estos misioneros que, según explica Julio Falagán, pueden seguir tres vías distintas para embarcarse en las misiones.
Por un lado, sacerdotes, que suelen ir asociados a alguna institución y se preparan durante un curso en la Escuela de Misionología en Madrid.
Por otro lado, los religiosos, tanto varones o mujeres que pertenecen a una congregación, algunas de ellas, específicamente misioneras, y siguen los parámetros de esa orden religiosa.
Hay otros que ingresan directamente en este tipo de congregaciones misioneras porque tiene vocación y deseo de trabajar directamente en misiones.
El responsable diocesano de Misiones destaca, por encima de toda la tarea que realizan los misioneros “la alegría y el entusiasmo que manifiestan cuando regresan de vacaciones y el deseo de volver siempre”, a pesar de algunos casos en que su estado de salud no es el idóneo o cuentan con una avanzada edad. Esto indica, dice el párroco, “el grado de satisfacción y entrega en los pueblos donde están, a pesar de las situaciones de pobreza y violencia que muchas veces sufren. Por norma general, en los conflictos son los últimos en abandonar estos territorios, esto les hace admirables, aunque ellos no se lo crean ni lo ponderen”.
La Crónica ha recogido testimonios de tres de ellos, que pasan unos días de descanso en El Bierzo, y que relatan tres realidades muy distintas desde otros tantos lugares del mundo.
EL TESTIMONIO DE LUCIANO NÚÑEZ

“Me sentí plenamente llamado a la realidad de la pobreza en Brasil”

De Villamartín de la Abadía, lleva 54 años en Río de Janeiro(Brasil), dando de comer a cientos de pobres sin hogar

D.M. / Villamartín
Desde Villamartín de la Abadía, en el municipio berciano de Carracedelo se fue, recién ordenado y con 26 años a Brasil. Vista la necesidad de las barriadas de Río de Janeiro “me sentí plenamente llamado a esa realidad”. Y decidió quedarse. Su tarea comenzó ayudando a pie de calle a los pobres sin hogar, donde elaboraba una sopa con alimentos donados que repartía entre centenares de personas que vivían en la calle.
En todos estos años se pasó muchos de ellos in poder regresar a su tierra. “Las cosas no eran como ahora, no había tantos vuelos y eran costosos”. 
Ahora, intenta regresar cada dos o tres años para reposar y tomar fuerzas con las que volver a Brasil para realizar su tarea. Ha visto, dice “situaciones límites, miseria en los pueblos, enfermedades”, pero, aunque la situaciónes dura, su vocación le hace no pensar en ningún momento en abandonar su misión. Ahora disfruta de unas semanas dereposoen la casa de su familia en Villamartín, “pero en dos meses volveré para allá, que es donde debo estar”.


EL TESTIMONIO DE regina casado

“Aquí hay que pelear ya no contra la pobreza, sino contra la miseria”
De Rodanillo, 32 años en Camerún y Senegal, en proyectos educativos de mujeres y niños

D.M. / San Román
Comenzó en la misión con Las Hermanas del Niño Jesús en Camerún, donde se pasó 22 años. Formar a los jóvenes, trabajar para que los niños pasaran el mayor tiempo posible en las escuelas y no en la calle y transmitir a las familias valores y criterios educativos a nivel de salud preventiva, higiene, puericultura, oficios y otras muchas cosas son las tareas que ha venido realizando desde entonces. 
Varios años tuvo que esperar en España para que le volvieran a conceder ir a otra misión, donde ella deseaba estar. Esta vez en Senegal, donde lleva ya otros 10 años. “Trabajamos en materias de desarrollo, en el Centro Integral de la Mujer, donde preparamos a chicas en muchas materias, también alfabetización y a que aprendan oficios para que puedan trabajar, si no, las mujeres no hacen nada más que estar alrededor del fuego cocinando arroz y esperar a casarse”.
En la imagen que ilustra este texto, Regina trabaja en las tareas de desescombro de sus escuelas, en las afueras de Dakar, después de unas graves inundaciones que el pasado año anegaron la zona y causaron grandes destrozos en los centros. “Y es que, aquí peleamos ya no contra la pobreza, sino contra la miseria”, explica Regina. En los últimos meses han conseguido dejar limpia una escuela, bombeando el agua y en octubre será posible retomar las clases. “Por eso, debemos creer en la Providencia”, dice Regina, “Dios nos protege y nos permite salir adelante”.
Ha pasado unos días en El Bierzo y pasará otros cuantos en Barcelona, con ejercicios de reciclaje espiritual.
 
Para ella “la satisfacción que produce poder ayudar es mucha”, por eso dice que su lugar está allí. Nada le importa si, además de su tarea como educadora en las escuelas, tiene que enfundarse las botas de goma y agarrar herramientas. La labor en las misiones es atender a la emergencias y Regina lleva más de tres décadas y seguirá muchos años más al pie del cañón.

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