También hizo mención a que el Papa Francisco en la mayoría de sus exhortaciones nos insiste en que debemos condenar y luchar contra las injusticias sociales y por el anuncio de Jesús desde la ternura de una iglesia cercana y amorosa como una madre.Más tarde celebramos una Eucaristía en la parroquia de Santa Marta en la que nuestros misioneros pidieron por sus respectivas misiones y los países que les acogen. También se nos recordó que no podemos ir por la vida pisando lo insignificante, la debilidad y lo pequeño porque es nuestro deber sostener al pobre con la ayuda de Dios que camina con nosotros, nos sostiene, acompaña y anima a la misión.
A las dos la comida en el seminario, siempre atendidos exquisitamente por las hermanas, y más tarde los misioneros nos hablaron de sus experiencias y de los problemas que se les presentan en la evangelización de sus países de misión, que no son pocos, ya que la falta de vocaciones, de medios, los escándalos, las sectas….son para ellos escollos que han de salvar continuamente.
Para acabar, aquellos misioneros que quisieron pudieron visitar el palacio episcopal.
Debemos dar gracias a Dios por nuestros misioneros, por su gran labor a favor de los pobres y de la evangelización, debemos apoyarlos con nuestra oración, nuestro cariño y si es necesario con medios materiales para llevar adelante sus proyectos. Todos deberíamos ser un poco responsables de ellos, a pesar de su lejanía, podríamos participar de sus inquietudes y de esa alegría del Evangelio que ellos tienen siempre tan presente. Acompañarlos en este día, es lo mínimo. Para ellos sentir nuestro afecto por ellos, nuestra compañía y nuestro apoyo , también es importante.
No podemos olvidar que somos familia, hermanos, del Dios vivo y que nuestros misioneros, llevan esta condición a sus últimas consecuencias, cuando con sus oídos muy abiertos se colocan en medio de los pobres, les escuchan y anuncian a Jesús condenando la injusticia en la que éstos viven entre nosotros.
Para acabar, aquellos misioneros que quisieron pudieron visitar el palacio episcopal.
Debemos dar gracias a Dios por nuestros misioneros, por su gran labor a favor de los pobres y de la evangelización, debemos apoyarlos con nuestra oración, nuestro cariño y si es necesario con medios materiales para llevar adelante sus proyectos. Todos deberíamos ser un poco responsables de ellos, a pesar de su lejanía, podríamos participar de sus inquietudes y de esa alegría del Evangelio que ellos tienen siempre tan presente. Acompañarlos en este día, es lo mínimo. Para ellos sentir nuestro afecto por ellos, nuestra compañía y nuestro apoyo , también es importante.
No podemos olvidar que somos familia, hermanos, del Dios vivo y que nuestros misioneros, llevan esta condición a sus últimas consecuencias, cuando con sus oídos muy abiertos se colocan en medio de los pobres, les escuchan y anuncian a Jesús condenando la injusticia en la que éstos viven entre nosotros.
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