El IV Domingo de Pascua, "Domingo del Buen Pastor", la Iglesia en España celebra dos Jornadas vocacionales de forma conjunta: La Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones. De carácter universal, pretende suscitar en todos los jóvenes la pregunta por su vocación, y que la Iglesia promueva las vocaciones cristianas con la oración y el acompañamiento. Está organizada por el Servicio de Pastoral Vocacional de la Conferencia Episcopal Española (CEE), con la colaboración de la Conferencia Española de Religiosos (CONFER) y la Conferencia Española de Institutos Seculares (CEDIS).
Al mismo tiempo se celebra Jornada de Vocaciones Nativas. Ésta busca sostener las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada que surgen en los Territorios de Misión, para que ninguna de ellas se quede frustrada por falta de recursos. Para ello, además de la oración, promueve la colaboración económica. Está organizada por Obras Misionales Pontificias (OMP). Ambas Jornadas comparten un mismo cartel y un mismo lema: "Para el Señor, en los hermanos"
Las vocaciones nativas son el mejor legado de los misioneros. Es el fruto de su testimonio, que se encarna en una cultura. Son el presente de las Iglesias locales. Ellas están llevando el Evangelio a su gente. Representan el futuro de la Iglesia. Su formación asegura la solidez de la Iglesia católica y universal.
Muy a menudo, las vocaciones nativas tienen serias dificultades para seguir adelante en su formación por problemas económicos. La Obra Pontificia de San Pedro Apóstol –una de las cuatro Obras Misionales Pontificias (OMP)– nació para que ninguna vocación se perdiera por falta de medios. El Papa asumió esta iniciativa como propia hace 100 años, y es el cauce oficial de la Santa Sede para sostener a las vocaciones nativas de todo el mundo.
Una Iglesia particular no puede constituirse en una Iglesia implantada, fuerte, hasta que no cuenta con vocaciones sacerdotales y religiosas propias. Por eso, apoyar a las vocaciones nativas es una apuesta por el futuro de la misión.
Para cuidar de las vocaciones que surgen en las misiones, el Papa tiene una herramienta: la Obra de San Pedro Apóstol, una de las cuatro Obras Misionales Pontificias. A ella está encomendado el cuidado de los seminarios diocesanos que hay en los Territorios de Misión y el apoyo a noviciados. Y para que siga adelante, necesita de la colaboración de todos los católicos del mundo. Con las aportaciones de todos los países se crea un Fondo Universal de Solidaridad, que en 2024 reunió 18.072.388,24€.
Este dinero se distribuye entre cientos de seminarios en territorios de misión para ofrecer una formación de calidad a los futuros sacerdotes y religiosos. Los obispos de las diócesis misioneras saben que todos los años cuentan con este apoyo por parte de Roma para seguir adelante. En 2024 esta Obra apoyó a 81.793 seminaristas de 770 seminarios diocesanos.
Esta Obra Pontificia apoya cada año a los seminarios solicitantes de diversas formas:
Da un subsidio anual para los gastos ordinarios de los seminarios y la manutención y matriculación de los seminaristas y novicios. Es la partida más importante, el 78% del total.
Apoya la construcción y mantenimiento de los seminarios, con vistas a su progresiva autofinanciación (granjas, placas solares...).
Impulsa una buena formación de las vocaciones en consonancia con el resto de las diócesis del mundo, para que el lugar de nacimiento de una vocación no determine la calidad de su formación.
Apoya a los formadores.
Ofrece becas de estudio en universidades internacionales para ofrecer estudios superiores de teología. De estos centros han salido muchos obispos, teólogos, rectores, profesores, etc. que han ayudado a la consolidación de la Iglesia local.
Apoya el primer año de formación de los noviciados de congregaciones nacidas en los Territorios de Misión.