Hemos recibido este correo del P. Fco.
Javier Cabezas, misionero de la orden de los Religiosos Terciarios Capuchinos en
Filipinas, natural de Sueros de Cepeda. Nos dice que lo recibió en su correo y le pareció que lo bueno no se puede guardar, hay que compartirlo y así lo hacemos, así pues no conocemos al autor, pero desde estas páginas le agradecemos que nos haya ofrecido un texto tan bello.
Al viajar por el
Oriente, mantuve contacto con los monjes del Tíbet, en Mongolia, Japón y China.
Eran hombres serenos, solícitos, reflexivos y en paz con sus mantos de color
azafrán.
El otro día, observaba el movimiento del aeropuerto de San Pablo: la sala
de espera llena de ejecutivos con teléfonos celulares, preocupados, ansiosos,
generalmente comiendo más de lo que debían. Seguramente, ya habían
desayunado en sus casas, pero como la compañía aérea ofrecía otro café, todos
comían vorazmente. Aquello me hizo reflexionar: "¿Cuál de
los dos modelos produce felicidad?"
Me encontré con Daniela, de 10 años, en el ascensor, a las 9 de la mañana,
y le pregunté: "¿No fuiste a la escuela?" Ella respondió:
"No, voy por la tarde."
Comenté: "Qué bien, entonces por la mañana puedes jugar, dormir hasta
más tarde."
"No", respondió ella, "tengo tantas cosas por la
mañana..."
"¿Qué cosas?", le pregunté.
"Clases de inglés, de baile, de pintura, de natación", y comenzó
a detallar su agenda de muchachita robotizada.
Me quedé pensando: "Qué pena, que Daniela no dijo: "¡Tengo clases
de meditación!"
Estamos formando súper-hombres y súper-mujeres, totalmente equipados, pero
emocionalmente infantiles.
Una ciudad progresista del interior de San Pablo tenía, en 1960, seis
librerías y un gimnasio; hoy tiene sesenta gimnasios y tres librerías!
No tengo nada contra el mejoramiento del cuerpo, pero me preocupa la
desproporción en relación al mejoramiento del espíritu. Pienso que moriremos
esbeltos: "¿Cómo estaba el difunto?". "Oh, una maravilla, no
tenía nada de celulitis!"
Pero cómo queda la cuestión de lo subjetivo? De lo espiritual?
Del amor?
Hoy, la palabra es "virtualidad". Todo es virtual. Encerrado en
su habitación, en Brasilia, un hombre puede tener una amiga íntima en Tokio,
sin ninguna preocupación por conocer a su vecino de al lado! Todo es virtual.
Somos místicos virtuales, religiosos virtuales, ciudadanos virtuales. Y somos
también éticamente virtuales...
La palabra hoy es "entretenimiento"; el domingo, entonces, es el
día nacional de la imbecilidad colectiva.
Imbécil el conductor, imbécil quien va y se sienta en la platea, imbécil
quien pierde la tarde delante de la pantalla.
Como la publicidad no logra vender felicidad, genera la ilusión de que la
felicidad es el resultado de una suma de placeres: "Si toma esta gaseosa,
si usa estas zapatillas, si luce esta camisa, si compra este auto, usted será
feliz!"
El problema es que, en general, no se llega a ser feliz! Quienes ceden,
desarrollan de tal forma el deseo, que terminan necesitando un analista. O de
medicamentos. Quienes resisten, aumentan su neurosis.
El gran desafío es comenzar a ver cuán bueno es ser libre de todo ese
condicionamiento globalizante, neoliberal, consumista. Así, se puede vivir
mejor. Para una buena salud mental son indispensables tres requisitos:
amistades, autoestima y ausencia de estrés.
Hay una lógica religiosa en el consumismo post-moderno.
En la Edad Media, las ciudades adquirían status construyendo una catedral;
hoy, en Brasil, se construye un shopping-center. Y, es curioso, la
mayoría de los shopping-center tienen líneas arquitectónicas de catedrales
estilizadas; a ellos no se puede ir de cualquier modo, es necesario vestir ropa
de misa de domingo. Y allí dentro se siente una sensación paradisíaca: no hay
mendigos, ni chicos de la calle, ni suciedad...
Se entra en esos claustros al son gregoriano post-moderno, aquella musiquilla de esperar al dentista. Se
observan varios nichos, todas esas capillas con venerables objetos de consumo,
acolitados por bellas sacerdotisas.
Quienes pueden comprar al contado, se sienten en el reino de los cielos.
Si debe pagar con cheque post-datado, o a crédito se siente en el
purgatorio.
Pero, si no puede comprar, ciertamente se va a sentir en el infierno...
Felizmente, terminan todos en una eucaristía post-moderna, hermanados en
una misma mesa, con el mismo jugo y la misma hamburguesa del Mc Donald...
Acostumbro a decirles a los empleados que se me acercan en las puertas de
los negocios: "Sólo estoy haciendo un paseo socrático".
Delante de sus miradas espantadas, explico: "Sócrates, filósofo
griego, también gustaba de descansar su cabeza recorriendo el centro comercial
de Atenas. Cuando vendedores como ustedes lo asediaban, les respondía: ...
"Sólo estoy observando cuántas
cosas existen que no preciso para ser Feliz"!
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