Publicado por OMP España en 21.6.13
El 13 de marzo a las 8
de la tarde, Francisco se calzó las sandalias del Pescador; un calzado que no
tiene nada que ver con las cómodas alpargatas de andar por casa, sino con el
austero calzado que los misioneros se ponen para andar los caminos del mundo, llevando
el Evangelio a todos los rincones. La comodidad, el vivir instalados en nuestro
pequeño mundo, es algo que el Papa detesta. Nada de “andar por casa”, hay que
salir, vencer el miedo del tipo que sea, ir al encuentro del hermano:
“Frente a la tentación de
las comunidades de cerrarse en sí mismas —es una tentación muy frecuente—
preocupadas por sus propios problemas, la missio ad gentes testimonia
proféticamente que la vida de la Iglesia y de las Iglesias es
misión, y es misión universal”.
Desde el inicio de su
Pontificado, el Papa nos ha invitado a salir de nosotros mismos para llevar el
Evangelio a las periferias existenciales y geográficas. Si no hubiera sido por
sus pulmones enfermos, Jorge Bergoglio tal vez no sería hoy el Papa Francisco, sino
uno de los miles de misioneros esparcidos por los cinco continentes:
“Yo quería ser misionero. Lo que me ha
dado tanta fuerza para ser jesuita es la misioneridad: salir, ir a las misiones
para anunciar a Jesucristo, salir siempre, y no permanecer un tanto
encerrados en nuestras estructuras, muchas veces perecederas”.
Pero el amor a la misión que sentía el
joven sacerdote no ha abandonado al Papa, y ha hecho notar su admiración por
los misioneros en más de una ocasión. En una de sus homilías en Santa Marta
recordaba como ejemplo de fidelidad a “tantos hombres y mujeres que han
dejado su tierra para ir como misioneros para toda la vida”.
Además, ante tantos hermanos nuestros
que no conocen a Jesucristo, el Papa no deja de exhortar a toda la Iglesia para
que sea generosa con las vocaciones misioneras. Lo decía recientemente en su
audiencia a los directores nacionales de OMP:
No os canséis de educar a cada
cristiano, desde la infancia, en un espíritu verdaderamente universal y
misionero, y de sensibilizar a toda la comunidad para que sostenga y ayude a
las misiones según las necesidades de cada una. Haced que las Obras Misionales
Pontificias, en la línea de su tradición secular, sigan animando y formando a
las Iglesias, abriéndolas a una dimensión amplia de la misión evangelizadora
Y en su primer mensaje para la
Jornada Misionera mundial decía que…
El propio compromiso apostólico no está
completo si no contiene el propósito de “dar testimonio de Cristo ante las
naciones”, ante todos los pueblos.
En este sentido, el Papa Francisco
introduce en este mensaje una idea preciosa que hacemos nuestra desde aquí,
como una invitación a cada uno y a toda la Iglesia: la necesidad de “donar
misioneros”:
Vivir en este aliento universal,
respondiendo al mandato de Jesús «Id, pues, y haced discípulos de todas las
naciones» (Mt. 28, 19) es una riqueza para cada una de las iglesias
particulares, para cada comunidad, y donar misioneros y
misioneras nunca es una pérdida sino una ganancia.
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