25 jul 2016

JUBILEO DE LA MISERICORDIA PARA LOS MISIONEROS DIOCESANOS

Tal y como veníamos anunciado últimamente, este pasado sábado celebramos en Ponferrada la jornada que dedicamos a agasajar a nuestros misioneros diocesanos.
Desde el  Ayuntamiento de Ponferrada , les dio la bienvenida el concejal de deportes, Roberto Mendo.
Primero nuestros misioneros cruzaron la puerta del Perdón de la basílica de la Encina primer trámite para ganar el jubileo  de este año y tras este requisito disfrutamos de una Eucaristía presidida por el Vicario General de la diócesis D. Marcos Lobato quien en su homilía ( la transcribimos al final de esta noticia) tuvo palabras de agradecimiento para los asistentes, organizadores y principalmente para los casi cuatrocientos misioneros diocesanos de nuestra diócesis. (Fotos en página siguiente).

Tras la Eucaristía , los misioneros y sus acompañantes, pudimos visitar el castillo de Ponferrada  por invitación del Ayuntamiento con unos cicerones de excepción: Javier García Bueso director de los museos de Ponferrada ,que hizo una presentación de la historia y construcción de la fortaleza y tras su presentación, el biblíofilo Antonio Ovalle, les explicó su hermosa colección de facsímiles  "Templum Libri",  cedida por él mismo al Ayuntamiento de Ponferrada y expuesta en el castillo desde hace unos años, nuestro mas sincero agradecimiento.
Tras la visita,  se unió al grupo  Mons. Juan Antonio Menéndez , nuestro obispo, quien libre ya de sus compromisos, agradeció a los misioneros su sacrificio en favor de la evangelización de los pueblos.
La comida distendida y muy agradable, y tras ella, los misioneros nos contaron sus experiencias en los países en los que trabajan.
Hemos de agradecer a todos los asistentes, misioneros y sus  familiares,sacerdites, al Ayuntamiento, a Antolín de Cela, rector de la basílica, A D. Marcos y a monseñor su asistencia y la ayuda que nos  prestaron


HOMILIA DEL SR. VICARIO D. MARCOS LOBATO

Basílica Ntra. Sra. de la Encina, 23-VII-2016
Saludo al Rector de esta Basílica, hogar de misericordia en este Año Jubilar, al Delegado Diocesano de Misiones y al Equipo de la Delegación.
Saludo con sincero afecto y gratitud a los Misioneros y Misioneras que participáis en este Encuentro y en vosotros a todos los que desearían estar aquí.
Muy queridos sacerdotes y hermanos en el Señor.
Este Encuentro anual busca estrechar la comunión entre vosotros y con vuestra Diócesis de origen respirando un mismo aire de familia en tono festivo de convivencia, oración y acción de gracias.
La familia diocesana se siente feliz de encontrase con vosotros que urgidos por el mandato de Jesús habéis salido de vuestra casa, de vuestras comunidades, de vuestras comodiades, de vuestra Diócesis y desarrolláis vuestra tarea evangelizadora allí donde Dios os ha llevado.
Este Encuentro es una oportunidad programada para expresaros la más honda gratitud por vuestra entrega a la causa del Evangelio. Tenemos sin duda en la Diócesis razones sobradas para que nuestros Misioneros y Misioneras nos sean especialmente queridos y para que con verdadero gozo os dediquemos esta Jornada. Nuestra Diócesis de Astorga tiene una rica historia de entrega generosa al servicio misionero de la Iglesia universal. Vosotros sois fruto y continuadores de esa historia, una historia que tiene rostros y nombres de personas concretas que, dejándolo todo, no han dudado en ponerse en las manos de Dios para ser enviados allí donde el Espíritu les requería, con frecuencia al lado de los pobres y desheredados de este mundo.
“Iglesia diocesana, familia misionera”, fue el lema de hace algunos años que recoge esa preciosa realidad de la familia que expresa admirablemente el misterio de la Iglesia y afirma que nuestros misioneros son parte privilegiada, en la que todos debemos mirarnos para vivir de veras esa llamada que Cristo nos hace a todos sus discípulos, “El impulso misionero nace del corazón mismo de la Iglesia. Los misioneros sois signo de la vitalidad de la Iglesia diocesana que pone de manifiesto la inseparable unidad que existe entre fe y misión. “Creí por eso hable”. El Papa San Juan Pablo II lo expresó admirablemente en su Encíclica misionera por excelencia, “La Redemtoris missio” cuando afirma que “la fe se fortalece dándola”. Una fe que no se comunica, se apaga y se muere, o, más exactamente, no es verdadera. “Creí por eso hablé”.
Sois los “misioneros de la misericordia”, lema del Domund del año pasado. Los misioneros y misioneras sois instrumentos y canales de la misericordia de Dios. A través vuestro el Señor hace llegar su amor a los más pequeños y necesitados. Cada gesto de misericordia es una “caricia al alma” que hace resonar de nuevo, para quien lo recibe, la buena noticia de que Dios está del lado de los humildes y de los que sufren, del lado de cada hombre y mujer del mundo. La misericordia es la identidad de Dios y de los misioneros y misioneras, que acompañáis con amor y paciencia el crecimiento integral de las personas, compartiendo su día a día.
Los misioneros sois radicalmente misericordiosos. Sois los que, en la Iglesia en salida, sabéis adelantaros sin miedo e ir al encuentro de todos para mostrarles a un Dios cercano, providente y santo. Sois artífices de las obras de misericordia tanto espirituales como materiales.
El Papa Francisco escribe que la misión es sí misma es “una grande, inmensa obra de misericordia, tanto espiritual como material”, que lleva la buena noticia a quien no la conoce y que, al mismo tiempo, ofrece sobre todo gracias a las mujeres y a las familias “armonía, paz, solidaridad, dialogo, colaboración, fraternidad”.
Es la hora de la fidelidad en que estamos llamados a resistir a las incomprensiones y a los halagos, no ignorando que “llevamos este tesoro en vasos de barro”, envuelto en debilidad, no en atractivas mediaciones culturales, en eficientes medios propagandísticos o en poderosos medios de poder sino en la debilidad del amor que explica la muerte y resurrección de Jesús. Y el amor siempre es débil, no se defiende, no organiza la ira, no avasalla, “no se impone se propone” dice Benedicto XVI. Sólo quien de verdad está íntimamente convencido de lo que lleva, porque lo vive, es capaz de no tener miedo a la debilidad. Los Apóstoles proclamaban el Evangelio con valentía, sin miedo, porque era fruto de la convicción profunda que produce la verdadera fe. La valentía y osadía de los Apóstoles no se detenía ni siquiera ante las amenazas de los poderosos y la mayoría de ellos –y Santiago el primero de todos- pagaron con su propia vida la intrepidez de su testimonio.
“No son tiempos de optimismo sino de confianza. No son tiempos de éxito sino de fidelidad” Y parece que andamos muy escasos de confianza y de fidelidad. Los campos de desconfianza y de infidelidad son terrenos áridos en los que casi es imposible que nazca la pequeña flor del amor en el que fiarse y de la fidelidad en la que apoyar nuestra esperanza.
Estamos en la Basílica de Ntra. Sra. de la Encina. Esta imagen atrae y cautiva a todo el Bierzo. Ella es arcón de confidencias, deseos y esperanzas.
Depositamos en ella la preocupación, la ocupación y la implicación para suscitar nuevas vocaciones misioneras. No somos capaces de ofreceros los relevos suficientes que continúen vuestra labor evangelizadora.
La Virgen nos acompaña en nuestro camino, aurora luminosa, guía segura y estrella de nuestra evangelización.
Virgen de la Encina, conforta a los misioneros en sus dificultades y bendice su testimonio.
Marcos Lobato Martínez
Vicario General






























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