11 jun 2021

Parábola de la ancianidad "Mi bastón de caña de bambú"

Hemos recibido esta carta de quien aprecia mucho, al igual que nosotros,  al P. Manuel, y  quiere que conozcamos el mensaje que nos quiere hacer llegar en el día de su cumpleaños. Es un placer transmitirlo, por su belleza y sencillez.
Este 10 de junio cumple 86 años el  padre Manuel Uña. Nació en 1935, natural de Tardemézar, del arciprestazgo de Los Valles - Tábara en Zamora y misionero de la diocesis de Astorga en España. Siendo muy joven tomó los votos religiosos de pobreza, castidad y obediencia en la Orden de los Predicadores (Dominicos). A propósito de su nuevo aniversario de vida, compartimos esta reflexión de quien es, por infinidad de razones, un cubano más.

"Mi bastón de caña de bambú"
Hermanos:
Vosotros sois mi mejor felicitación. Durante 28 años, en San Juan de Letrán, he sido y soy muy feliz. Ahora deseo compartiros algo: a estas alturas, cuando el ciclo de mis estaciones hace síntesis y estoy completando mi carrera, me doy cuenta de que la vida empieza cada día. Celebro tanto bien recibido, tanto bien amado y entregado. Hago mías las palabras de Pablo Neruda: “Muy cerca de mi ocaso yo te bendigo vida, porque nunca me diste ni esperanza fallida, ni trabajos injustos ni pena inmerecida”.
Recuerdo que por los años 52 y siguientes, en Granada, se me preparó para ser fraile predicador. En la década de los 60, conviviendo con los obreros en Almería, ellos me fueron diciendo cómo esperaban que fuera el sacerdote. En esta hora, en La Habana, siento la necesidad de aprender a caminar “años arriba”, sin perder la capacidad de Re-nacer, en esta vida y en la de la otra orilla.
Permitidme que hoy tenga un detalle con vosotros y os regale una parábola, mi parábola, la de la ancianidad:
Desde hace unos cuantos años conmigo va un compañero, que se ha hecho inseparable por su función y su significado. Se trata de mi bastón. No es un bastón cualquiera, quise que fuera de caña de bambú. Es un obsequio de hermanos: lo eligió con muy buen gusto mi hermana y generosamente lo costeó mi hermano.
- El bambú por dentro está vacío
- Es resistente, fuerte, con capacidad para crecer rápido y regenerarse
- Cuanto más alto crece, más se inclina sin romperse, porque las raíces son su base firme
- Las cañas de bambú no crecen solas, unas a otras se sostienen, son símbolo de comunión.
Esto me hace recordar uno de los poemas de Rabindranath Tagore: “Aquí me tienes sentado a tus pies. Déjame solo hacer recta mi vida y sencilla, como una flauta de caña, para que tú la llenes de música”.
Pero, hacerse caña de fácil no tiene nada... Porque la caña tiene que ser tallada y cortada en muchas aperturas, para que salga el aire y se oiga la música.
Hoy siento la llamada a ser un instrumento vacío de mí mismo, como Jesús que se hizo uno de tantos... En Cuba, he deseado dar lo mejor a todos pero este pueblo que tanto quiero ha sido quien me lo ha dado todo, no me ha podido dar más: su confianza y su cariño.
Tengo muy presentes las palabras de Dulce María Loynaz: “Sólo clavándose en la sombra, chupando gota a gota el jugo vivo de la sombra, se logra hacer para arriba obra noble y perdurable. Grato es el aire, grata la luz; pero no se puede ser todo flor...; y el que no ponga el alma de raíz, se seca”.
Hermanos, ayudadme para que me deje “tallar” y vivir en la sombra. Necesito ser silencio, hacerme silencio para rezar con el salmista: En la vejez y en las canas no me abandones, Dios mío, cantaré para Ti un cántico nuevo. Es el silencio de los 86, donde se “afina” el instrumento, porque se termina el tiempo y se gana tiempo para continuar siendo fiel y feliz.
Fr. Manuel Uña Fernández, O.P.
En el día de mis 86 años

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