"… Pues, aquí seguimos al pie del cañón,
cañón de museo, claro. Se acabaron las lluvias y el luchar con el fango. Ahora
lucharemos con el polvo y el calor. La
construcción de nuestra nueva residencia camina hacia su final y es posible que
podamos entrar en ella antes de Navidad. Adiós a la casita de barro donde hemos
vivido por casi tres años. Otras cuitas vendrán a complicar las cosas cuando
tengamos una buena casa de ladrillos.
La pequeña comunidad cristiana crece
poco a poco. El 27 de octubre celebraremos la fiesta de la parroquia, que está
dedicada a los mártires de Paimol (Uganda), Daudi y Jildo, dos catequistas
beatificados en 2002. Como de costumbre, por tres días, llamamos a la misión un
grupo de jóvenes catecúmenos para que se preparen a recibir el signo de la
cruz. Este signo se les da a mitad del catecumenado, un año antes del bautismo.
Yo no estaré en la celebración ese día. Después de una semana intensa de
trabajo, me vino una malaria y, aunque me repuse enseguida, mi gente me
insistió en que me fuera unos días de descanso a Addis. Y para allí estoy
yendo. Pero no os alarméis, sólo es una precaución. Volveré a primeros de
noviembre.
En la comunidad somos ahora cuatro con
la llegada del joven sacerdote comboniano de Kenia, que se incorporó en julio.
Es su primer destino y todavía está luchando con el amárico. Cuando lo aprenda, deberá luchar con el gumuz. Las lenguas son una cruz pesada
pero indispensable.
Mi libro sobre los gumuz debería
aparecer editado en inglés en Etiopía hacia diciembre. Así me prometieron.
Vamos a ver si es verdad.
Espero que estéis bien y lanzando
iniciativas misioneras en ese mundo “pagano”. Os recuerdo a todos en la
oración. Recibid abrazos de..."
P. Juan G. Núñez
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