Una
marea humana inundó Alpedrete ayer por la mañana. 2000 niños y jóvenes se
reunieron ayer en el famoso pueblo de la sierra madrileña con motivo del
conocido tren misionero, organizado por Cristianos sin Fronteras. Esta edición
ha sido especial, ya que se celebraban las Bodas de Plata de esta iniciativa en
el marco del recién estrenado Año de la Fe. Por ello, todos llevaban un carné
con los datos de su bautismo.
“¿Qué este jaleo?” preguntaba una señora
sorprendida a la salida de la panadería. Y no es para menos: cientos de niños
aparecían como de la nada desde la estación de Renfe, e iban llenando las
calles vacías con su presencia y sus cantos. Durante media hora, los chavales recorrieron
las calles del pueblo despertando a los vecinos, camino al parque de El
Peralejo, donde iba a comenzar el encuentro misionero. En seguida, la fría
mañana de Alpedrete se convirtió en una fiesta. Según iban llegando los grupos,
los voluntarios les iban distribuyendo por edades, en áreas divididas por
continentes y colores.
Sor Pilar, franciscana, traía 52 niños del Colegio Nuestra Señora del Buen
Consejo de Madrid, y cuenta entusiasmada que no se ha perdido ninguna edición
de este encuentro anual. Los participantes venían de 32 colegios, 12
parroquias. Y no sólo de los alrededores. Unos valientes han llegado desde
Córdoba, Murcia o Vitoria. “Al principio cuesta un poco venir, pero cuando
estás aquí, se te pone la piel de gallina”, afima José Javier Ruiz de Eguilaz, que
ha traído un grupo de 28 miembros de Viator, entre ellos un no bautizado: “ha
venido porque le han invitado sus compañeros de clase –afirma-, ellos sí que
han sido misioneros de la fe”.
Después de una presentación musical, tuvo
lugar una reflexión por grupos sobre el sentido de la fe, que traían preparada
ya de la catequesis previa enviada por los organizadores. Impresionaba ver el
parque lleno de círculos de niños reflexionando. Y los no tan niños, también
tuvieron su papel. Cada año, los padres y familiares participan más en esta
fiesta, y tuvieron su propio grupo de reflexión. Posteriormente se celebró una
emotiva Eucaristía, presidida por D. Anastasio Gil García, director nacional de
Obras Misionales Pontificias, que recordó que “el tren misionero no se puede
entender si no es en el contexto de la familia”.
Cristianos sin Fronteras es una
asociación que nació en 1971. De la mano de Sor Carmela, comenzó la iniciativa
del Tren Misionero, que poco a poco se fue consolidando. “Soy muy creativa y
artista”, afirma dulcemente Sor Carmela ante la pregunta sobre el origen de la
idea. Pero Cristianos sin Fronteras no puede entenderse sin el Padre Valdavida,
que destaca que el éxito de estas jornadas está en que los niños entran en
contacto con compañeros de otros colegios, a los que no conoce. “Fe, felicidad
y fiesta se escriben con ‘f’ de fidelidad”, afirma este sacerdote, después de
explicar que los alicientes que más llaman la atención al niño son el viaje en
tren, la marcha misionera y el ambiente festivo. “La fiesta es fundamental”,
concluye.
El día misionero culminó con una fiesta
de envío a la misión. Ya solo queda la celebración dominical de la Jornada
Mundial de las Misiones –DOMUND- para dar por terminados los actos preparados
por Obras Misionales Pontificias.
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